sábado, 20 de septiembre de 2008

Eutanasia, sí; aborto, no tanto

El gobierno está metido en la reforma de las leyes concernientes al aborto y la eutanasia. Por un lado, es un poco irresponsable que el gobierno entre a cambiar la ley sobre dos temas que causan tanto revuelo entre la opinión pública cuando no lo llevaba en su programa electoral. Por el otro, la oposición vuelve a gritar lo de "es una cortina de humo para tapar la crisis", como si en tiempos de crisis debiera paralizarse el país. Pero vamos a lo que importa: a las ideas.

Como ya decía en otra entrada, la vida es un derecho y no una obligación. Por ello todo ser humano debería tener el derecho a disponer de su vida, y quienes se vean impedidos para hacerlo deberían poder recibir la ayuda de los médicos de la sanidad pública. La única posición desde la que uno puede oponerse a la eutanasia es desde la moral religiosa, pero el gobierno de un estado aconfesional no puede decidir desde esa posición. Y es que la eutanasia no es un asunto religioso, sino la máxima expresión de libertad individual que existe. No hay acto de individualidad más extrema que el suicidio, como así afirmaba Émile Durkheim en sus estudios sobre el tema. Por ello, en las sociedades occidentales, que tanto se supone que respetan la libertad, la eutanasia debería ser percibida como un derecho inviolable del ser humano. Que todos podamos hacer con nuestra vida lo que queramos, incluso acabar con ella.

Ahora, el aborto es una cosa bien distinta. Como ya he dicho, todo ser humano, mujeres inclusive, es libre de hacer con su cuerpo lo que quiera. Pero una cosa es el derecho a decidir de la mujer sobre su cuerpo y otra es el derecho a decidir sobre la vida de un hijo. Estoy de acuerdo en los tres supuestos que contempla la ley actual sobre el aborto: riesgo de salud para la madre, malformación del feto (dependiendo de la gravedad, no es lo mismo nacer con una malformación cerebral que con ectrodactilia) y daño psicológico para la madre. Pero esa ley de plazos que quieren implantar, en la que la mujer puede abortar hasta determinada semana del embarazo sin dar ninguna explicación, me parece un atropello. No es sólo una violación del derecho a la vida, sino que es una hipocresía. ¿Qué diferencia hay entre un feto abortado de un mes o de siete? No me vengan con que hasta tal o cual semana no se considera vida. Es una vida en desarrollo.

En la vida hay que ser responsable de nuestros actos. Si se practica el sexo y se tiene tan mala suerte de que el anticonceptivo falla (o si se es tan tonto de no usar anticonceptivo) es intolerable que sea una vida inocente la que pague por ello. Si una madre o una pareja no quiere o no puede hacerse cargo del hijo, siempre quedan otras soluciones, como buscar una familia adoptiva. El aborto es el camino rápido, aunque probablemente también sea el más doloroso. Quizá la verdadera solución esté en mejorar la educación sexual de los ciudadanos (Mi mente perversa quiere que se incluya un apartado sobre el tema en Educación para la Ciudadanía, a ver que opina la oposición), para reducir lo máximo posible los embarazos no deseados. Pero, hasta entonces, el aborto será sólo una medida paliativa, que quizá cause más problemas a la mujer de los que pretende evitar.

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