lunes, 10 de noviembre de 2008

Quien no llora, no...

Me niego a terminar la frase hecha que da título a esta entrada, no vaya a ser que las posibles connotaciones erótico-festivas de la palabra omitida induzcan a pensar que quiero humillar a nuestro Presidente del Gobierno. Ya se ha humillado bastante él solito pataleando para que Bush (ese presidente que tanto ha criticado) le invite a su reunión. Y, de hecho, Bush no le ha invitado, sino que Sarkozy (aunque ZP apoyó públicamente a Segolene Royale en las elecciones francesas, fíjate tú) le ha cedido una de las dos sillas que le corresponden, como presidente de Francia y como presidente de turno de la UE. ¿Reconocimiento a la fortaleza de la economía española? Quizá. O quizá no.

Si bien el sistema financiero español es fuerte (y ya se le ha destinado algo así como un 10% de nuestro PIB para curarse en salud, no vaya a ser), España es el país de la UE que destruye empleo a mayor velocidad, la inflación pone los precios por las nubes, y todos los análisis apuntan hacia una recesión profunda (dos años según The Economist). ¿De verdad Sarkozy, o alguien, le da algún crédito a lo que pueda aportar España ahora mismo a la economía mundial? Zapatero, igual que otros hicieron antes, se ha limitado a aprovecharse del momento de bonanza de la economía española, en el que la dinámica de crecimiento era imparable. Y han enarbolado los resultados económicos como si fueran resultado de su espléndida gestión, cuando todo lo que ha habido ha sido una no-gestión. El primer gobierno de Aznar diseñó un modelo productivo de segundo mundo, basado en el empleo precario y la baja cualificación, para poder vivir como el primer mundo, y el actual gobierno no ha tenido la agilidad mental suficiente para darse cuenta de que eso no podía durar mucho tiempo.

A mí me preocupa la imagen de niño llorón que ha dado nuestro presidente. Tras cuatro años de una nefasta política exterior, en los que España no ha pintado nada en el panorama internacional, ahora somos noticia porque Zapatero ha ido llorándole a todos los líderes mundiales. Queda la duda de si ZP tendrá algo de qué hablar con los presidentes de las potencias mundiales, o si, una vez más, se quedará sentado él solo mientras los demás discuten.

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