sábado, 13 de junio de 2009

El Gobierno compra TVE

Nuestro Presidente del Gobierno que accedió a su cargo prometiendo una importante reforma de RTVE para desligar al organismo del control gubernamental. La televisión pública estatal venía de una de sus etapas más bochornosas, tras ser vilmente instrumentalizada por el anterior Gobierno del señor Aznar a través de su leal Urdaci. Para ello reunió a un consejo de sabios, entre los que se encontraba Fernando Savater, ahora considerado non grato por el Partido Socialista, que decidiría cómo llevar a cabo esa reforma. ¿Se desligó RTVE del poder político? En parte. El ejemplo está en uno de sus programas estrella, Tengo una pregunta para usted, que ha permitido cierta pluralidad al dar voz a representantes de partidos minoritarios, pero que ha excluído con malas excusas a uno de los partidos que más interesan a los ciudadanos, según dicen las encuestas.

Si la última reforma concerniente a TVE no logró su objetivo de despolitizar la cadena pública, la próxima va encaminada a pisotear ese objetivo y escupir sobre su cadaver ensangrentado. El Gobierno pretende eliminar la publicidad en TVE y hacer que la totalidad de su presupuesto salga de una partida de los Presupuestos Generales del Estado. La reforma, disfrazada con una careta de mejor servicio público, no tiene más fin que el control absoluto por parte del Gobierno de las informaciones vertidas por la corporación. No creo que haga falta explicarles a ustedes, perspicaces lectores, hasta que punto puede controlar una empresa aquella persona que pone el dinero. Y si es el gobierno quien decide el presupuesto, ¿cómo va a negarse TVE a ser la voz de su amo? Cierto es que los presupuestos son aprobados por el Parlamento, pero ya sabemos todos como se pastelea eso (transfiéreme uns competencias y nos olvidamos del debate). En definitiva, el Gobierno pretende comprar Radiotelevisión Española, y a un muy módico precio, pues seremos los ciudadanos en última instancia quienes paguemos la transacción.

La verdad es que la eliminación de la publicidad sí que tendría un efecto positivo en la pública, y es que la liberaría de la competencia con las privadas, por lo que podría dejarse de emitir programas como Mira qién baila, que le pagaba a Ana Obregón unos 40.000 euros por programa, y dedicarse a contenidos más innovadores, culturales y de calidad; pero el precio a pagar es la completa sumisión al poder político. Esto me lleva a plantear una cuestión poco debatida en nuestro país: ¿realmente es necesaria hoy en día una televisión pública? La oferta privada está ampliamente desarrollada, más ahora que la TDT permitirá la proliferación de cientos de canales, por lo que el pluralismo está suficientemente garantizado. Esta proliferación de nuevos canales también permitirá que los mismos puedan dirigirse a segmentos del público más reducidos y con unos perfiles más cerrados, por lo que aquellas personas que busquen contenidos culturales o transgresores seguro que tendrán canales que los ofrezcan. Mi solución al problema de RTVE, por tanto, es la privatización. Aunque a Zapatero le salga un sarpullido sólo por oír la palabra.

Artículo recomendado: "La inutilidad de los sabios", de Fernando Savater.

1 comentario:

Hugo Mulholland dijo...

Yo reflexioné ahce no mucho sobre esa misma cuestión y llegué a esa conclusión. TVE tendría sentido si de verdad garantizara la presencia en los medios de las distintas voces de la sociedad, pero cuando grupos nacionalistas tienen más presencia en la cadena pública estatal que la cuarta fuerza política estatal...

Igualmente tendría sentido financiarla a cargo de los fondos públicos si buscara la difusión de la cultura, de la educacióm... pero su programación es pésima, sin huecos para los jóvenes creadores más allá de Bisbal o Rosarillo. Vamos, que no veo que ofrezcan nada que no ofrezca ya Cuatro o Antena 3.

Además me huelo que el espacio que dejen los anuncios comerciales lo rellenarán con anuncios institucionales.

En definitiva, más basura y más propaganda para el Gobierno de turno pagada por todos los contribuyentes.