domingo, 12 de julio de 2009

Qué no hay imposición lingüística, dicen

Nuevo capítulo de la batalla por la normalización lingüística en Galicia. Recientemente, se ha publicado un manifiesto en defensa de la lengua gallega titulado "Galego, patrimonio da humanidade". Como en la página web del manifiesto sólo aparece la versión en gallego (no vaya a parecer que quieren discriminar a alguien...), aquí traigo una traducción aproximada que he encontrado en un blog:

Hasta hace escasas fechas, había un criterio que formaba parte de los consensos básicos sobre los que se articuló el autogobierno de Galicia: el idioma gallego merece una especial protección por parte de los poderes públicos. Este criterio se justifica por la subordinación histórica de un idioma que siempre fue el de las mayorías populares, pero que también estuvo discriminado o proscrito, salvo durante los períodos en que Galicia y España han gozado de democracia. La libertad y el derecho al uso del idioma propio han sido bienes históricamente coincidentes.
La pretensión de hacer creer a la sociedad de que existe una imposición lingüística disimula el intento de liquidar el idioma gallego y acrecentar la supremacía del castellano. Los que sostienen esa tesis quieren evitar la presencia del gallego en sus vidas y blindarlas en ámbitos en los que el castellano sea el único idioma. Pero Galicia es una sociedad en la que se hablan dos lenguas que, tal como evidencian los hechos, están en situación de desigualdad, por lo que el gallego debe recibir una especial protección. Sólo así se podrá afirmar que se actúa con justicia y con la perspectiva de conseguir una convivencia lingüística basada en la igualdad.
Esa es la letra y el espíritu de la Constitución, del Estatuto de Autonomía y de la vigente Ley de Normalización Lingüística. Las sentencias del Tribunal Constitucional así lo han confirmado. Sin embargo, el PP ha roto el consenso. Sin embargo, ganar unas elecciones no autoriza a destruir lo que constituye una de las bases de convivencia social y uno de los signos de nuestra existencia como país.
La sociedad gallega, que siente aprecio por su lengua con independencia del idioma en el que cada se exprese habitualmente, debe reclamar al PP su reincorporación al consenso y que respete las políticas en pro del idioma gallego que el propio PP impulsó desde la Xunta y que consisten básicamente en su protección. El idioma de Galicia es un patrimonio de la humanidad que debemos custodiar y garantizar como medio de comunicación e información.


Al menos se han abstenido de llamar franquistas a los detractores de la normalización lingüística. A punto han estado, pero se han contenido y eso les honra. Lo que ya no les honra tanto es el hecho de atribuír a los que nos oponemos a cualquier tipo de imposición lingüística la intención de borrar el gallego de la esfera pública. Que ya empezamos a estar un poco hartos de explicar que lo que queremos es libertad para todos los ciudadanos, aunque eso signifique la supremacía de una lengua frente a otra si así lo decide una sociedad plenamente libre. ¿Tan difícil resulta entender que es discriminatorio exigir a un funcionario el conocimiento una lengua cooficial cuando no la va a necesitar en el desempeño de su trabajo? ¿Tanto cuesta comprender que los derechos lingüísticos de los ciudadanos que se expresan en lenguas cooficiales estarán suficientemente garantizados si la administración pública cuenta con un número suficiente de empleados que puedan atenderlos en su lengua? ¿O que un estudiante pueda necesitar en el futuro un mayor dominio de la lengua castellana que de la gallega, si así lo considera? Mal va Galicia si su convivencia depende de la protección de un idioma a costa de las libertades individuales y no de la protección de la libertad de sus ciudadanos.

No deja de hacerme gracia el concepto de "lengua propia", cuando se refiere a la de un territorio. ¿Acaso Galicia, ese trozo de tierra situado al noroeste de la Península Ibérica, cuenta con la capacidad de hablar? Y es que hay una gran confusión sobre los apellidos que se le ponen a la palabra "lengua". Está la lengua común, aquella que comparten, por unas razones u otras, los miembros de una comunidad. Está la lengua materna, aquella en la que una persona es educada en su primeria infancia y aprende a hablar. También está la lengua oficial, que es la que un Estado utiliza para comunicarse con sus ciudadanos. Y está la lengua propia, aquella que cada hablante toma como suya, en la que se expresa habitualmente, y que debe elegir sin ningún tipo de intromisión. El problema es que los redactores de este manifiesto toman el concepto de lengua propia como lengua del territorio, que por tanto debe ser la de sus habitantes. El típico juego nacionalista, pero con la desvergüenza de ir disfrazado de reclamación de igualdad y de libertad lingüística.

En todo el texto subyace, además, una de las falacias favoritas de los nacionalistas: la de que la lengua es un patrimonio cultural que desaparecerá cuando la comunidad deje de hablarla. Bueno, pues creo yo que el latín tampoco cuenta con hablantes habituales, pero no se ha perdido como patrimonio cultural. Sin ir más lejos, en España, aún se estudia en algunos itinerarios de secundaria y Bachillerato, e incluso en carreras universitarias. Pues lo mismo para el gallego y para cualquier lengua. Mientras queden documentados su léxico, gramática, etc. es imposible que se pierda el patrimonio cultural. Aquí cabe hacer una distinción entre la lengua como cultura en sí misma, como conjunto de símbolos compartidos por una sociedad; y la lengua como vehículo de cultura. En el primer caso, el hecho de que un grupo de personas deje de utilizar voluntariamente una simbología determinada para sustituírla por otra no es más que una expresión de la evolución natural de las sociedades basada en las libertades personales, algo que sólo debe asustar a las mentes más reaccionarias. Tan preocupante resulta que una lengua deje de ser el instrumento de comunicación preferente, como que los ceniceros dejen de ser el instrumento en el que los fumadores dejan sus colillas. En el segundo caso, no es lo mismo la desaparición del gallego como vehículo de la cultura gallega que la desaparición de la cultura gallega en sí misma. ¿O acaso las obras de escritores gallegos escritas en castellano no son también cultura gallega, o lo son en menor medida? Sólo el nacionalismo más identitario, opresor y antiliberal podría decir que sí.

Por cierto, resulta curioso que califiquen al gallego como patrimonio de la humanidad, un título conferido por la UNESCO. Sí, esa misma institucion que recomienda la escolarización de los niños en su lengua materna.

3 comentarios:

sfb dijo...

Me ha gustado mucho esta entrada.

Anónimo dijo...

"Al menos se han abstenido de llamar franquistas a los detractores de la normalización lingüística. A punto han estado, pero se han contenido y eso les honra"

También podrías haber escrito:

"Al menos se han abstenido de pedir el linchamiento literal a los detractores de la normalización lingüística. A punto han estado, pero se han contenido y eso les honra". Por ejemplo.

Con el único animo de ayudarte a mejorar, mensajes como este no hay que darlos ni en broma. Porque si lo pones seriamente, puede dar pábulo a que crean que realmente te consideras un franquista. Y si no lo pones seriamente, puede ser malinterpretado al ser este un blog serio.

Te lo digo con todo el respeto del mundo.



John W.

Nidiestronisiniestro dijo...

Bueno, este blog es serio, pero me reservo el derecho a lanzar alguna pequeña pulla :)

Precisamente creo que queda claro que no me considero franquista y que me ofende que se nos acuse de serlo a quienes nos oponemos a las políticas identitarias. Al menos espero que eso sea lo que entienda quien me lea.