miércoles, 12 de agosto de 2009

¡He visto "Tiro en la cabeza" y he sobrevivido!

Es comprensible que en la coyuntura actual, con ETA todavía por ahí matando gente, a los cineastas españoles les cueste acercarse a ese fenómeno. No obstante, el terrorismo etarra es un tema que clama al cielo por ser llevado al cine por grandes artistas (aunque no sé yo si aquí tenemos de eso). En primer lugar, para concienciar a la sociedad del problema continuo que supone el terrorismo, que parece que sólo nos acordamos el día que estalla una bomba o muere un guardia civil, cuando la realidad es que todos los días hay gente que tiene que vivir atada a un escolta (con las limitaciones y problemas que eso conlleva), empresarios amenazados de muerte por negarse a financiar el asesinato de otros e incluso gente que no puede ni recibir un paquete postal sin temer por su vida. En segundo lugar, porque es un tema tan complejo que da para hablar de una infinidad de temas: de la violencia, del miedo, de la libertad, de la democracia, de la pérdida, del sacrifico... Lamentablemente, no es "Tiro en la cabeza" la película que cumplirá esas funciones, básicamente porque es una película de la que no se puede sacar nada de nada.

La película está inspirada en el asesinato de los guardias civiles Fernando Trapero y Raúl Centeno a manos de tres etarras en Capbreton, Francia, durante un encuentro fortuíto en una cafetería. La película está rodada con teleobjetivos (porque Jaime Rosales es el mismo de la película aquella de la polivisión que ganó 3 Goyas y de la que nadie se acuerda ya) y no se escuchan los diálogos de los protagonistas, sino únicamente el sonido ambiental. Además, la cámara se limita a seguir al etarra protagonista mientras realiza acciones cotidianas como comprar la prensa o darse el lote con su pareja. Así durante los primeros 60 minutos de los 80 que dura. Con lo cual se entiende a la perfección el vacío de contenido de la obra, porque en el cine no se puede expresar nada sin una historia, y no hay historia si no hay una serie de acciones estructuradas y ordenadas que den forma a la trama de la que se extraerá luego la reflexión. El texto y el subtexto de toda la vida, vamos. El problema es que hay una tendencia en el cine posmoderno, especialmente en el europeo, a minimizar el primero en favor del segundo, hasta que Rosales directamente lo aniquila en un homicidio artístico sin precedentes.

Dicen por ahí que la intención de Rosales al silenciar los diálogos es hacer imposible cualquier identificación con el asesino impidiéndole articular un discurso,mostrándolo así como un ser irracional. ¿Hacían falta 60 minutos de un señor haciendo cosas normales de la vida para llegar a eso? Yo diría que no, que eso se puede decir perfectamente en un cortometraje, que esos además no salen del dinero del contribuyente. Pero imaginense cuando leo unas palabras del director hablando sobre su propia intención que dicen lo siguiente: "La víctima tiene que concienciarse de que el terrorista no es un monstruo las 24 horas del día. Y el terrorista, de que se lanza por un camino muy negativo también para él". El resto de la entrevista sigue destilando un cierto buenismo para con los terroristas, pero detengámonos en estas declaraciones, que son incongruentes con la intención que se le ha atribuído, por un lado, y por el otro, francamente estúpidas. Si hemos quedado en que el terrorista es irracional, difícilmente vamos a hacerle comprender que el camino que ha elegido es un camino autodestructivo, y si es un ser irracional tampoco encaja mucho lo de retratarlo como una persona humana que sangra si la hieres y muere si la envenenas. Y es que lo de que el terrorista no es un monstruo las 24 horas del día no hay por donde cogerlo. Yo no soy hombre a ratos, lo soy a jornada completa, igual que no soy estudiante sólo cuando me examino ni dejo de ser del Madrid los lunes para volver a serlo los domingos. Si el asesino deja de serlo cuando no está cometiendo asesinatos no viene a cuento que la Justicia lo persiga porque en ese momento no es un asesino sino un señor normal de la calle. Puro delirio.

La verdad es que da la sensación de que Rosales quería hacer algo fuera de lo común como fuera y así ser el más innovador de la clase (en la misma entrevista antes citada dice que también pretende "abrir un nuevo camino en el pensamiento", ahí es nada), pero en el cine para crear algo que se salga de lo establecido y no quedar como un completo idiota es necesario poseer un talento del que este hombre carece, visto su empeño en hacer una película que no tenga nada de cinematográfica. No me extraña que haya tenido que contar con actores no profesionales y que el personaje protagonista esté interpretado por el operador de cámara de su anterior trabajo, porque ni el actor más necesitado aceptaría un papel protagonista cuya carga dramática no es mayor que la de cualquier extra. Para dejar claro el despropósito que es esta cosa, he de decir que incluso la escena clave de la película (la del asesinato en el parking) es totalmente accesoria, y lo es porque se le podría dar una interpretación totalmente distinta sin que ello hiciera necesario cambiar ni un sólo fotograma. Por ejemplo: el protagonista está en una cafetería y ve como otro hombre lo mira continuamente. El protagonista, que es un homófobo recalcitrante, cree que su observador es un homosexual que intenta ligar con él y, lleno de ira, lo sigue al aparcamiento para pegarle un tiro. Acto seguido, sus dos acompañantes deciden que deben ayudar a escapar a su amigo por muy horrible que haya sido su crimen. Y lo dicho, si en vez de un terrorista fuese un asesino homófobo, ni un sólo fotograma habría que cambiar.

Aprovecho también para decir que, aunque en algún momento se oyen algunas voces, el autor se ha empeñado en grabar el sonido ambiental tal cual, por lo que no se entiende absolutamente nada de lo que le dice la señora esa a su hija ni ninguna otra cosa. Si llegado a este punto creen que la película es una tomadura de pelo, les diré que estoy totalmente de acuerdo. Y si por el contrario albergan alguna esperanza de que la película sea una joya, sólo decirles que poseen un optimismo digno de dedicarle una estatua ecuestre, y que espero que la disfruten como yo no pude.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Del cine y de los cineastas españoles no se puede esperar nada bueno. Lo poco que han hecho del terrorismo ha sido sucia, cobarde y asquerosamente "equidistante".

Dan asco.




John W.

Junkers dijo...

No te preocupes, que con aquello de la "ley del cine" que querían hacer y que pretende obligar a los cines a tener la mitad de sus salas dedicadas exclusivamente al cine español conseguirán que alguien las vea (por falta de opciones) y luego seguramente viendo como van las cosas, se inventarán una ley que obligue a los ciudadanos a ver las películas de sus asalariados e hipersubvencionados directores de la ceja.

¿Para qué mejorar algo que nadie quiere ver cuando puedes obligarles a verlo?

Me gustaba más Paco Martinez Soria, al menos sus películas, pese a lo absurdo, no eran una repetición del cuadrado "Izquierdismo, Drogas, Sexo y Gitaneo" que es el cine español actual.

Enhorabuena por el blog, es ameno y bien enfocado